Cuentos y poemas

"El ocaso de los dioses"

EL CÍRCULO ROTO – LIBRO CUARTO.
F. M. GUERRERO

Y un día el Círculo se romperá,
y el equilibrio nunca será el mismo.
Autor Desconocido – Biblioteca Argentina Dr. Juan Álvarez
Sala Seis-

(…)
-Estoy cansado de pelear contigo.
-Si, yo también lo estoy. Pero así esta escrito, yo fui elegido, tú lo sabes bien.
-Pero yo preferí no serlo más, yo estaba aquí, solo y en paz, lejos de todo y de todos.
-Pero he de someterte, debes venir conmigo y comparecer ante Los Otros.
-No tengo pensado hacerlo.
-Me importa muy poco lo que pienses, debo vencerte y nada más.
-Pero yo soy Inmortal.
-Y yo Indestructible.
-Muchos Mortales han matado a los de tu especie.
-Estas equivocado. Han sido los ancianos de nuestra raza en los Días Antiguos, quienes se retiraban a morir en paz y eran emboscados por ellos. Y tú bien sabes, esta escrito. La Gran Regla nos impide defendernos. Además, tu serás inmortal, pero se que Las Moiras serán tu perdición.
-Hasta que no conozca mi Destino podré vivir eternamente, y si alguna vez alguien o algo logra vencerme, renaceré una y otra vez.
-Creo que ya estas cansado de vivir.
-Es cierto, y tu te has dado cuenta que esta batalla no tendrá fin.
-Eso lo veremos.
-Pacte esta tregua para que hablemos.
-Eso estamos haciendo.
-Como llegaste aquí? Porque ha sido tú el que ha venido?
-Te lo he dicho, porque esta escrito. Si quieres saber como, pues han sido Los Druidas quienes me trajeron por orden de Oberon. Y tú?
-Fui traído por los Mortales.
-¿TU y los Mortales? ¿Tú, una deidad, ayudado por los Mortales?
-Olimpo ya no era lo que otrora, era cada vez más difícil mantener el equilibrio, muchas confabulaciones, muchos celos muchas disputas entre los Once y además Odiseo principalmente intrigando siempre contra mí terminaron de hartarme.
-…
-En realidad, estaba planeando mi retiro desde hace tiempo, y encontré al fin una buena excusa para marcharme. Es entonces que una noche sin luna ni sol descendí a Atenas, pregunte por una tierra nueva, una Cívitas en donde regir en paz y desde El Pireo tome un navío que me trajo hasta aquí, a este lugar llamado antiguamente Pago de Arroyos, de eso hace ya mucho tiempo.
-Pero Oberon y Los Otros no sabían de esto, El mandó a Malystryx la Roja a buscarte a Olimpo y se encontró a Hera sentada en tu Trono, y no sé lo que le pudo haber ocurrido a ella después pero ahora esta con Hefesto trabajando en la forja.
-Maldito deforme!, siempre quiso un Dragón, “el fuego de sus fauces es el que mejor templa el acero” solía decirme.
-Oberon supo de tu paso por Roma, y allí los Druidas enviaron a Morrigan, pero solo a un pequeño niño llamado Júpiter encontró en el Trono de los Doce Dioses.
-¿Dioses? Clones Romanos. Y Júpiter, una versión más sabia según los Mortales. Su promiscuidad fue su perdición, y no es que me haya incomodado su existencia alguna vez, pero sacié en parte mi ego al saber que ha pesar de ser mi semejante no tengo igual.
-Eres arrogante.
-Lo soy, y tú también debes serlo si pretendes vencerme.
-Yo soy Beryllinthranox, la Muerte Verde, de los Jefes Supremos Dragones, aliado de Avalon, momentáneamente.
-No comprendo, tus Dioses deberían ser otros. Acaso Odín no los había domesticado?
-¡¡JAMAS!! Nunca nada ni nadie nos ha domado! Y menos ese engreído Tuerto. Si hemos de servir a otros Dioses solo es porque hay un propósito detrás, pero eso no es de tu incumbencia. Pero he de saber porque me has citado acá, porque en la cima de este Monumento.
-Ten cuidado con lo que dices, que quizás uno de sus cuervos que todo lo ven te haya escuchado. Este Monumento ha vuelto a ser el punto más alto de esta Cívitas y es por ello que estamos aquí. Mira hacia abajo y dime que es lo que ves.
-Mortales divirtiéndose en una especie de feria, ¿Por qué lo preguntas?
-Fiesta de las Colectividades se llama esa feria. Todas las civilizaciones que poblaron esta nueva tierra están representadas en esas tiendas a lo largo de ese parque y esta noche es visitada por casi todos los habitantes de la Cívitas.
-¿Porque me estas contando todo esto? ¿Acaso debería importarme?
-Oh si, te debería importar. Cada País o Región tiene sus símbolos con los que se identifican.
-Eso lo sé, cada Castillo que regía entre los Mortales en los Días Antiguos se diferenciaba uno de otro por los colores de su estandarte.
-Eso mismo, ahora debo de decirte, el estandarte o bandera de donde era mi hogar no esta en ninguna tienda.
-¿…?
-Observa atentamente y dime si ondea el del lugar adonde perteneces, y deja de mirarme fijamente que tu magia no me afecta.
-Eso es algo que no dejaré de hacer nunca y mucho menos si es que te molesta. He de decirte que no me rijo bajo un estandarte.
-Lo se, solo dime si el de la región de donde provienes se encuentra en lo alto de alguna tienda.
-No, no se encuentra en ninguna. ¿Pero porque debería de importarme si hay o no un estandarte?
-Déjame contarte, los Mortales nos tienen presentes en sus creencias, nos adoran, nos respetan, nos temen, somos parte de sus vidas.
-Eso ya lo sabía.
-Pero si no hay aquí Mortales que crean en nosotros, quiere decir que nadie aquí sabe que estamos y por tanto nuestras fuerzas se debilitarán.
-Nadie sabe que estamos aquí, a menos que nos presentemos ante ellos, lo que representaría quebrantar La Gran Regla.
-MALDITO REPTIL ALADO. Es que acaso no entiendes? No estoy hablando de quebrantar La Gran Regla, estoy tratando de que comprendas que si no hacemos algo para que ellos vuelvan a saber de nuestra existencia, para que al menos nos culpen por las calamidades que se le avecinaran si no nos rinden tributo, si no vuelven a temernos, no tendremos nada más que hacer aquí. Debería marcharme, algo que no pienso hacer, y por tanto tu tendrías que seguirme también si es que pretendes seguir con tu misión.
-Tú debes comparecer ante los Otros, no puedes seguir aquí.
-Eso lo discutiremos en otra ocasión, que la habrá sin duda, mi tregua no incluye ahora esos términos.
-¿Y que es lo que propones?
-Se muy bien, puesto que yo mismo las redacté, y veo que tu también sabes que Las Reglas nos impiden interferir directamente con nuestros poderes contra los mortales, pero no nos impide actuar indirectamente.
-No entiendo…
-Es evidente que el fuego de tus fauces ha quemado tu cerebro. Escúchame bien, sabemos controlar los Elementos de La Naturaleza, al menos tú manejas a dos de ellos, el Fuego y el Viento.
-Eso es cierto.
-Pues entonces te pido que vueles hacia aquellas islas, quemes su foresta y agites tus alas para que el humo y las cenizas vengan hacia esta dirección, mientras que yo desataré una gran tormenta de agua y rayos sobre sus endebles tiendas. Empezaremos a infundir temor sobre sus desdichadas vidas.
-Si hago ello es porque es mi voluntad de hacerlo y no porque tu me lo ordenas.
-Solo has tu parte que yo haré la mía.
-¿Y luego qué?
-Esto es solo el principio, luego veremos que más podemos hacer, ¿Tenemos un trato?
-Tenemos un trato.
(…)

-AL ANTICUCHO!, AL ANTICUCHO!
-Este… ¿Alcides?
-AL ANTICUCHO!, AL ANTICUCHO!
-¡Alcides!
-¿Y ahora que es lo que te ocurre?
-Que es aquello que esta arriba del Monumento?
-¿Donde?
-Allá, arriba de todo, anda, mira bien.
-Pues ha de ser un parapente en forma de dinosaurio, un Triceraptor parece, será parte del espectáculo del Municipio.
-Mira, ha remontado vuelo y se dirige hacia las islas. Y mira de nuevo hacia lo alto del Monumento. Hay un hombre que apunta una especie de lanza en forma de rayos hacia aquí. Alcides. ¿Me estas escuchando?
-En realidad no me importa nada de eso, mira mejor hacia el cielo, de repente se esta nublando.
– Pero hoy el pronóstico no decía lluvia.
– No, no decía nada de lluvias…

Fernando Guerrero

Top